El nacimiento de un hijo es un acontecimiento que todas las familias esperan con ilusión. Y cuando éste, por lo que sea, se adelanta, supone una ruptura importante de la imagen que teníamos en nuestra mente. El bebé prematuro es el que nace sin haber completado la semana 37 de gestación. Cuando esto ocurre, el recién nacido queda ingresado y dependiendo del tiempo de gestación y del peso en el que haya nacido, permanecerá semanas en la misma.
Una vez nacidos los bebés prematuros, se deberían seguir estos protocolos con sus familias.
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Facilitarles el acceso a toda la información sobre su bebé de una manera clara.
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Permitir el contacto piel con piel, método canguro, el máximo de horas posible.
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Favorecer la lactancia materna informando a las familias de sus enormes beneficios.
Una vez que sea haya dado el alta al bebé, será la familia la que pasará las 24 horas del día con el. Y si esta bien informada y “entrenada” será una familia más segura y con menos miedo.
Los bebé prematuros menores de 33 semanas de gestación, o los que tienen un peso de 1.500 gramos al nacer, o aquellos que no cumplan estos dos criterios pero que tengan algún riesgo deberían poder acudir a todos los controles médicos. Presentan riesgo de mortalidad 14 veces mayor durante el primer año de vida en comparación con los niños que nacen con un peso normal a término. Estos casos ocurren más en el embarazo en la adolescencia, la desnutrición en la madre, el hábito de fumar, la hipertensión arterial durante el embarazo, la sepsis cervicovaginal, la anemia y los embarazos gemelares, entre otros.
Su importancia no solo radica en lo que significa para la morbilidad y la mortalidad infantil, sino que estos niños tienen habitualmente múltiples problemas posteriores en el período perinatal, en la niñez y aun en la edad adulta.