Lo que jamás debes cambiar por un hombre..

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Parece una pregunta fácil, algo que contestarías segura y con lo primero que te viniera a la mente. Lo cierto es que entre más lo piensas, más difícil es llegar a la respuesta en profundidad.

Cuando se lo cuestioné a mis amigas, una gran variedad de respuestas surgieron: “Nunca me operaría, ni me pintaría el pelo”, decía una; “no cambiaría mi estilo de vestir”, comentaba otra. Otros temas comunes eran amigos, familia…carrera.

De pronto, las opciones tomaron un tono mas abstracto: “mi esencia”, “mis opiniones”, “mis valores”, “lo que soy”… Pero cuando les pedía que definieran todo eso, empezaban los problemas. Había una gran pausa y, después de la aparente seguridad, surgía la duda y continuaban con un “quizá por eso sigo soltera…”

Seguí en la búsqueda y cuestioné a mis amigos hombreS, y el resultado fue similar: las tardes de futbol con los amigos”, “las fiestas solo” y pasaban a los conceptos generalizados que no sabían desenmarañar. Por último, formulé la misma inquietud a gente que tenían parejas formales. Las respuestas eran mucho más largas y complejas, casi con una lección de por medio.

Después de discutir la situación a fondo, entre solteros y parejas, concluimos que, lo que nunca cambiarías no es algo universal que aplica igual para todo le mundo, sino que depende de…

Tu estado emocional

Hay veces que, cuando te sientes fuerte, independiente, segura y libre, puedes decir que no modificarías un sinfín de cosas por nada ni nadie. Pero luego, debido a circunstancias incomodas, te puedes volver vulnerable. O sea, en tu etapa de superheroína dijiste: ¡jamás cambiaré, estoy feliz así! Y en tu etapa de cenicienta, cuando solamente esperas un Hada Madrina (o un príncipe que te rescate), te encuentras dispuesta a hacer tratos con brujas (porque el Hada no apareció) y firmas, como La Sirenita, un contrato para dar tu voz por un par de piernas. Esto no es para que después te juzgues, te arrepientas y maltrates por lo “tonta que fuiste”. Se trata de que seas autocompasiva, entiendas el estado en el que te encontrabas y sepas que no lo pudiste hacer mejor en ese momento. Velo como una lección; tal vez tu intercambio no fue justo y diste de más en términos contables, pero a lo mejor aprendiste sobre lo que nunca volverías hacer, sobre lo que valió o no la pena arriesgar, y seguro que te conociste muchísimo en el camino.

Tu escala de valores

No todo el mundo da la misma importancia a o que cambiaría o no, y es válido que tengamos distintas opiniones. Hay quienes se encuentran dispuesto a dejar la provincia o lugar donde viven, otras no tanto. Cada quien tiene derecho de saber qué es y qué no es lo suficiente valioso para nosotras. Habrá personas que estarán de acuerdo contigo, habrá quien te juzgará y te dirá que estás dando demasiado… Es algo subjetivo.

La negociación

Las parejas que llevan años juntas y que ya habían trabajado algo de sí mismo por su relación, explicaban que no se trataba de ‘cambiar’ como tal, sino de negociar y adaptarse a la vida de los dos. Nunca pienses que en la pareja se cambia todo se mejora para que ambos estén bien y tener mucha disponibilidad de ambos lados. Si no se escuchan el uno al otro no hay futuro. No existe fórmula correcta, más bien, la clave es que sigas tu intuición, te sientas bien contigo misma y segura de lo que haces.

Lo más importante, al final, no es lo que cambiaste o diste, sino la sensación de que resultó ser una ganancia compartida, que los dos avanzaron y crecieron juntos, y ambos se encuentran dispuestos a continuar trabajando por la relación.

Todas tenemos el derecho de saber qué es valioso para nosotras.

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